martes, 10 de junio de 2014

Acaban las corridas en Madrid de la "Feria de San Isidro"

Tras 31 días de toros en la plaza madrileña de las ventas, terminan los festejos taurinos de la feria de San Isidro.
En esta feria han sido toreados 186 toros de diferentes razas y ganaderías. A parte de estos 186 toros se les pueden sumar todos los toros sobreros, ya que esos toros aunque no se toreen tienen que ser matados, no se devuelven nunca al campo.
Este festejo taurino (feria de San Isidro, Madrid) es uno de los festejos taurinos mas grandes e importantes. Gracias a plazas como estas siguen "estando en pie" las grandes ganaderías de toros de lidia
A continuación os vamos a enseñar el cartel de todas las corridas de esta feria de San Isidro 2014 de Madrid:

jueves, 5 de junio de 2014

El indulto del toro

En el mundo del toro o tauromaquia, hay un momento en algunas corridas que es el ultimo cambio de tercio en el que el torero le pide permiso al presidente de la plaza para proceder a matarlo.
En algunas ocasiones, muy pocas, el presidente de la plaza donde se esta llevando acabo la corrida decide que el toro no se mate, sea indultado; es decir, el toro es llevado de nuevo al campo.
Principalmente para que un toro sea indultado donde debe comportarse es en el momento del caballo. como mínimo para que un toro demuestre su bravura el picador debe dar como mínimo dos puyazos.
Otra cosa en la que se fija el presidente es en el toreo a la hora de la muleta,. un toro al que se le dan 200 muletazos y no responde ese toro no esta demostrando la bravura que tiene que tener para ser indultado; en cambio el que se tira toda la corrida luchando contra el torero ese toro se merece ser indultado.
Cuando el presidente dice que el toro debe ser indultado, este saca el pañuelo de color azul. tras esto sacan los cabestros a la plaza (estos se encargan de dirigir el toro hacia los toriles de nuevo).
En estos casos el ganadero y el torero dan el paseillo juntos; y el torero que lo haya indultados es el que mejor premio se lleva en esa corrida.

martes, 3 de junio de 2014

crianza del toro

Las ganaderías de toros bravos para los festejos taurinos lleva una laboriosa tarea.
Este proceso comienza con la selección de las mejores vacas de casta y toros sementales de casta. después d
e que la vaca elegida para la cría del toro pare; este está con ella durante "más o menos" 6-7 meses. al transcurrir este tiempo el becerro se le "quita" a la madre y se echa al campo con los demás toros que se están preparando para ser lidiados.
Los toros suelen ser lidiados con 4-5 años y pesando sobre los 500 Kg.
Todos los toros no sirven para ser toreados en las plazas; entonces estos o se dejan de sementales en las ganadería o se llevan a los mataderos que venden este tipo de carne.

En esta imagen podemos ver una vaca escudera con su becerro negro.










             
 Esta imagen es de un toro listo para ser toreado.

José Maria Manzanares

El toro, acompañado por los cabestros, se marchó a los corrales galopando, y dio la impresión de que miraba a los tendidos con el orgullo y la dignidad de los vencedores. La plaza lo despidió puesta en pie, con las palmas de las manos rotas por la emoción, mientras el diestro
José María Manzanares, su lidiador, y el ganadero, Álvaro Núñez del Cuvillo, se fundían en un abrazo interminable y juntos daban una apoteósica vuelta al ruedo.
Se trataba, sin duda, de un momento histórico; una fecha para enmarcar, de esas que se recuerdan siempre y sirven para decir aquello de 'yo estaba allí'. Ha sido el triunfo de la fiesta; el triunfo del toro, la grandeza del toreo, expuesto y venerado en el altar del arte supremo.
Arrojado es su nombre, pesó 500 kilos, y nació en abril del año 2007.Y Manzanares ha culminado después otra grandiosa faena ante el sexto de la tarde y ha salido en volandas por la Puerta del Príncipe. El acabose; lo nunca visto en esta plaza.

viernes, 30 de mayo de 2014

corrida ventas 28-5-2014

'Fantasioso', que así se llamaba el último, no fue lo que todos quisieron ver. No tuvo mala condición ni le faltó nobleza, pero no admitió la mano baja.Talavante lo tanteó sobre ambos pitones para comprobar que, si era por alguno, era por el derecho, ya que por el izquierdo lo hacía todo acostado y sin viaje. Sobre esa mano, y con la creatividad en adornos y transiciones que le caracteriza, construyó Talavante su faena. El extremeño aprovechó su innata habilidad del temple para ligar series que no obligaban mucho al toro e impactaban, conexión especial, en el tendido. En el cuarto pase, el toro doblaba o se desentendía, pero logró el torero incluso reducir la velocidad del toro en algunos de esos muletazos y crujió la plaza con su ceñimiento y los pases de pecho. Ese fue un logro meritísimo, porque el toro, con su comportamiento, planteó una contradicción grave para el toreo: los recelos entre velocidad y altura. Para reducir la velocidad, hay que bajar la mano y hay que bajar la mano, que los vuelos besen la arena, para que el toreo se arme de verdad. No lo consintió el sexto, y aún así estuvo a punto de cortarle una oreja Talavante, con el que la plaza se olvidó por momentos del plomo en que se había convertido el postín.

Tampoco lo consintió el primero, y por eso la faena de Sebastián Castellano llegó a elevarse. El toro, un astifino de puntas negras hecho ligeramente hacia arriba, tuvo buen tipo porque tuvo un tipo reconocible. Fue el único, junto al sexto y, como aquel, tuvo dentro la imposibilidad del triunfo. O le bajabas la mano para achicar su velocidad y perdía el equilibrio, o lo llevabas a media altura, tratabas de ligarlo y hacía lo que quería en cada salida de muletazo. Castella, que reaparecía tras la fortísima paliza que recibió en Osuna hace diez días, lo intentó todo con él con la base de la firmeza y la buena técnica. El triunfo no llegó, pero sí algunos muletazos notables. Con el cuarto, fue de nuevo un ejemplo de corrección, técnica y también ganas. Pero el toro se desentendía tanto como el público se desentendió de su faena.

De José María Manzanares no se desentendieron, para mal. Atravesado en el gaznate de un sector del público venteño, el alicantino apenas tuvo opción de hacer otra cosa que la que hizo. Ni el segundo, que acabó rajado ni el quinto, una mole de muchos kilos y cara breve, fueron algo en la muleta. Manzanares buscó siempre la limpieza, la largura y el empaque, mientras algunos le recordaban que le ven como Anti-Madrid. Como si no fuese Anti-Madrid ese cierto sector al que habría que recordarle otro gran torero que no les gustaba: José María Manzanares padre.